Crónica

Riesgo de obesidad aumenta en personas con problemas de salud mental   

Las principales enfermedades de salud mental que se relacionanconla obesidad son trastorno por atracón, depresión, bipolaridad y trastornos por ansiedad.

Chile lidera los rankings de prevalencia mundial de obesidad y trastornos mentales. Solo por obesidad es el segundo país de la OCDE con las cifras más altas (74,2%), después de México (75,2%) y superando a Estados Unidos (71%).

En materia de salud mental, de acuerdo con estudios epidemiológicos nacionales realizados por la Universidad de Concepción, el 22,2% de los adultos y 22,5% de los niñas/os y adolescentes  tuvo  algún trastorno de salud mental durante el 2021. Asimismo, se estima que el 31,5% de los chilenos tendrá algún trastorno de esta naturaleza durante su vida.

La doctora Marcela Parada, máster en psicofarmacología y psiquiatra del Centro Comunitario de Salud Mental de Lo Prado, explica que las personas que tienen obesidad tienen más riesgo de presentar enfermedades mentales y viceversa, pero solo algunas enfermedades. Por ejemplo,   los trastornos por atracones cuando se vive con obesidad son siete veces más altos que en la población general.

En el caso de depresión, bipolaridad y trastornos por ansiedad la posibilidad es 1,5 veces. Las personas con enfermedades mentales graves tienen tres a cuatro veces más riesgo de padecer obesidad. Los pacientes con esquizofrenia son un grupo especialmente vulnerable con 3,5 veces.

Estigma y sesgo

El estigma de la obesidad está generalizado en la sociedad y se basa en la suposición errónea de que se deriva principalmente de una falta de autodisciplina y responsabilidad personal, obviando la evidencia reciente que muestra que es una enfermedad crónica, resultado de la interacción entre factores conductuales, medioambientales, genéticos y metabólicos. Incluso, hay estudios que demuestran que existe un alto porcentaje de estigma, sesgo y discriminación desde los   equipos de salud hacia los pacientes.

El enfoque compasivo y el adecuado acceso a información de calidad en salud, empodera al paciente y le permite elegir cómo quiere vivir y puede tomar las mejores decisiones para su vida.

La educación es una de las grandes herramientas para derribar el estigma. “Hay que partir por educar en las universidades, institutos, campañas comunicacionales y obviamente desde la política pública apuntando a la práctica clínica en el caso de los profesionales de la salud”, afirma Parada.