Estar bien

¿Cómo saber si mi hijo necesita fortalecer su bienestar emocional?

Se  ha apreciado un aumento en algunas conductas de los niños, entre las que destacan trastornos del ánimo -ansiedad y depresión-, estrés,  alteración del sueño y desregulación emocional y conductual.

Según estudios, casi el 50% de los problemas de salud mental en adultos comienza a los 14 años y el 75% a mediados de los 20 años, en que muchos de estos trastornos se repiten y/o persisten. Por ello, el bienestar emocional durante la infancia y adolescencia es sumamente importante para el desarrollo de la persona.

Mauricio Carroza, psicólogo infanto-juvenil de Clínica Indisa, señala que “el bienestar emocional no tenemos que entenderlo como la idea de no sentir algunas emociones catalogadas negativas, como rabia, tristeza, angustia, ansiedad y culpa, más bien, es el saber diferenciarlas y entender por qué están, dado que al comprenderlas, vamos a poder darles utilidad”.

De hecho, durante la última década y especialmente en los últimos dos años por el Covid 19, ha habido en el país un aumento sostenido en la demanda por consultas relacionadas con la salud mental. Y mientras más tiempo ha estado expuesta la población a esta crisis sanitaria mayor es la probabilidad de presentar sintomatología relacionada con alguna alteración.

Pero cómo saber si el niño o adolescente está teniendo problemas en su salud mental. Carroza menciona que lo más frecuente en los niños pequeños es la presencia de comportamientos disfuncionales, como agresividad, oposicionismo y desafío a la autoridad. También muestran cambios de ánimo bruscos, irritabilidad y baja tolerancia a la frustración.

En la medida que se acercan a la adolescencia, se percibe más claramente el miedo y la angustia asociados a la soledad y la incertidumbre. Los adolescentes se observan más tristes, desanimados y estresados, pero tienden a replegarse en sí mismos y no comunicar lo que sienten, por lo que a veces resulta más difícil para los adultos percibir la necesidad de ayuda en ellos, en comparación con los niños.

“El solo hecho de cuestionarnos si debemos buscar apoyo o si nuestros hijos lo necesitan, ya es en sí misma una señal de alerta que nos dispone a buscar la atención de un especialista. Si percibimos que el niño o adolescente padece alguno de estos síntomas antes descritos, es recomendable buscar ayuda de un psicólogo”, afirma Carroza.

Recomendaciones  

Los padres o responsables son una herramienta esencial para apoyar el desarrollo y fortalecimiento del bienestar emocional. Por eso, el especialista aconseja:

  • Escuchar y prestar atención a los niños y adolescentes: Darse el tiempo de hablar con ellos, dejar de lado lo que se está haciendo para que esas veces que se acercan a hablar, sean escuchados y no se les diga estoy ocupado o más rato hablamos.
  • Validar la emoción: No minimizar lo que están sintiendo. En muchas ocasiones, los adultos creen que lo que les sucede a los niños o adolescentes son problemas mínimos, pero no lo son. Si no se validan, se los hace sentir mal y solo se  logra  crear distancia.
  • Normalizar las emociones, hablar de ellas: No es malo llorar o tener rabia. Ninguna emoción es mala; lo que es malo es ocultarlas y no hacerse cargo de lo que pasa.
  • Darse el tiempo de conocer los gustos y pasatiempos de niños y adolescentes: si no se hace, se crea una barrera entre ellos y los padres. El poder hablar de gustos y pasatiempos, puede abrir una puerta para vincularse distinto y conocerse en otras facetas.
  • Tener rutinas claras: Cuando no hay rutinas, lo más probable es que aumente la ansiedad y angustia, al no saber qué pasará.
  • No estar en los mismos espacios: Si las características del hogar lo permiten, hay que intentar que el lugar de estudio del niño sea distinto al de la habitación donde duerme. Si esto último no es posible, lo ideal es iluminar más el lugar al momento de estudiar.