Cuando el ejercicio afecta negativamente la enfermedad, lo mejor es evitar deportes de alta intensidad, de resistencia o de competición. Y se recomienda que un cardiólogo personalice el método.

Parecería que lo mejor para quien presenta una enfermedad cardíaca sería un régimen continuo de descanso y relajación. No obstante, para el corazón y la salud en general es fundamental mantenerse activo.

El doctor Elijah Behr, cardiólogo de Clínica Mayo Healthcare en Londres, explica por qué y cómo pueden hacer ejercicio sin peligro, incluso las personas cuya afección los pone en más riesgo de tener un paro cardíaco.

«En pacientes con corazones muy dañados que causan insuficiencia cardiaca, el ejercicio es importante para mejorar la calidad de vida. Sin embargo, hay que advertir que se debe hacer de manera razonable y con cuidado para evitar exacerbar la afección subyacente», señala el especialista.

Así, por ejemplo, cuando hay arteriopatía coronaria, que significa un taponamiento o una obstrucción de las arterias debido al colesterol, hacer una cantidad excesiva de ejercicio puede provocar dolor de pecho y aumentar los riesgos de la afección subyacente.

«En cambio, los pacientes cuyas patologías no empeoran con el ejercicio, como quienes tienen problemas del ritmo cardíaco, pueden hacer todo el ejercicio que deseen», recalca el doctor Behr.

Recomendaciones

Los pacientes pueden hacer ejercicio aeróbico o cardiovascular y, en realidad, eso puede ser muy bueno tanto para su bienestar como para su pronóstico.

En todo caso, se aconseja personalizar la intensidad y la duración del ejercicio.

«En general, cuando el ejercicio afecta negativamente la enfermedad, lo mejor es evitar deportes de alta intensidad, de resistencia o de competición. Y se recomienda que un cardiólogo personalice el método», afirma el experto.

Además, si el paciente siente dolor en el pecho, falta de aire, palpitaciones o mareo mientras hace ejercicio, se debe suspender la actividad de inmediato y buscar atención médica.